jueves, 16 de febrero de 2012

ARTE. Escultura

Sensaciones para el alma

La semana pasada fui con mi padre al Museo Reina Sofía, y observando las exposiciones, me llamaron la atención así de primeras,entre otras cosas, los cuadros de  Salvador Dalí, Pablo Picasso y Joan Miró, tres grandes de la pintura del siglo XX nacidos entre nuestras fronteras.

Muchas cosas no las entiendes, les busca significado, otras no te parecen arte y sin embargo flipas con otras. Eso último a mí me pasa mucho cuando veo alguna obra de arte que he visto mucho en libros, fotos, postales o en la televisión y de repente lo observo delante de mis ojos, es una gran sensación.

Me pasó en el Museo del Louvre en París en 2008, con estatuas tan célebres y tan majestuosas como la de Eros y Psique o con La Victoria alada de Samotracia, también llamada, por su nombre original en griego, Niké de Samotracia (de donde la marca estadounidense Nike toma su nombre).


Eros y Psique (1787-1793), de Antonio Canova

Victoria de Samotracia (190 a.C.),
de Pitócritos de Rodas.
Viendo estas dos bellas esculturas, la pregunta es obligada:
De la escultura de Laocoonte (50 a.C.), de Agesando, Polídoro y Atenodoro a La Piedad (1496), de Miguel Ángel, del espleendor de la escuela de Rodas a la Florencia de Miguel Ángel, Rafael y Leonardo... ¿cómo puede ser tan grande el vacío de genialidad que abarca casi dos milenios en el tiempo desde la Grecia Clásica hasta el Renacimiento Italiano?
Se alcanzó el súmmum de lo artístico dos o tres siglos antes de Cristo y luego se fue perdiendo, olvidando, ausentándose en el tiempo, algo difícil de entender.


Volviendo al tema de las sensaciones que esas obras provocan. Me ha vuelto a suceder en el Museo Reina Sofía en Madrid en 2012, la semana pasada. Esta vez las obras que me impactaron fuertemente fueron la escultura metálica de hierro del Gran Profeta de Pablo Gargallo, y cómo no, el cuadro del Guernica* de Pablo Ruiz Picasso.



Gran Profeta (1933), de Pablo Gargallo.



Detalle de el Guernica (1937),
de Pablo Ruiz Picasso




¿Por qué? uno no sabe muy bien como explicarlo.
Son grandes sensaciones, un síndrome de Stendhal* a pequeña escala.

*Sobre la historia de Gernika y su simbolismo que originó que Picasso pintara el cuadro , y de este curioso síndrome y de quien le da nombre, hablaré en próximas entradas.

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